Iglesia Ortodoxa Rusa (Patriarcado de Moscú)
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El Sacramento de la Penitencia

“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.”

(1 Juan 1:8)

¿QUÉ ES LA CONFESIÓN?

La Confesión (o Penitencia) es un Sacramento en el que un cristiano ortodoxo reconoce su responsabilidad ante Dios por los pecados que ha cometido y trata de reconciliarse con Él y Su Santa Iglesia.

¿POR QUÉ ES NECESARIA LA CONFESIÓN?

La confesión no es una formalidad ni un ritual. Esta es una comprensión efectiva del hecho de que el pecado cometido es siempre una separación del Creador y de la vida verdadera, en cuyo centro se encuentra el Amor. El plan de Dios para el hombre es que cada persona viva en pureza y paz con Él y con otras personas, haga buenas obras, cumpla Sus mandamientos y a través de esto trate de ser perfecta, para que después del fin de la vida terrenal pueda unirse con el Señor en la vida eterna.

Pero cada mala acción nuestra, cada pensamiento desagradable, la condena del prójimo, ni siquiera expresada en voz alta, y más aún la fornicación, la embriaguez, la soberbia, el abandono de nuestros seres queridos, nos separan del Creador, junto a Quien no puede haber ningún pecado. Arrepentimiento y lucha con con sus pasiones pueden restaurar esta separación artificial de Dios y el hombre en el Sacramento de la Penitencia.

Dios enseña que por cada pecado nuestro del que no nos arrepentimos (es decir, no admitimos nuestra culpa y no nos esforzamos por corregirnos), tendremos que responder en el Juicio de Dios. Pero el Señor nos dio la oportunidad de evitar un castigo justo por nuestras atrocidades arrepintiéndonos sinceramente ante Él en el Sacramento de la Confesión. Jesucristo voluntariamente tomó sobre sí nuestro castigo al sufrir en la Cruz. Por eso a Cristo se le llama Salvador, porque por Su sacrificio nos salvó de la esclavitud del pecado y de la muerte en el pecado. Y por eso Dios perdona los pecados de quienes siguen a Cristo y Su Iglesia, es decir, profesan la ortodoxia. Después de todo, sólo en el cristianismo un sacerdote, al ser ordenado, recibe de Dios el poder de perdonar o retener los pecados de las personas, que le ha sido otorgado según la palabra del Señor Jesucristo: “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.” (S. Mateo 18:18)

¿CÓMO PREPARARSE PARA EL SACRAMENTO DE LA CONFESIÓN?

1) Es necesario intentar cambiar de vida incluso antes de la Confesión. Arrepentimiento en griego es "metanoia", que literalmente significa "cambio de mente". Por tanto, no basta con admitir que se han cometido determinadas faltas en la vida. Una persona debe sentir dentro de sí lo antinatural del estado pecaminoso y al menos querer salir de él, incluso si aún no tiene la fuerza para hacerlo.

2) Hay que encontrar tiempo libre y recordar, o mejor aún, escribir todo aquello de lo que alguna vez se ha avergonzado ante el Señor y la gente en pensamientos, palabras y hechos. Si nunca se ha confesado, recuerde toda su vida desde la niñez. Si olvidó algo, abra las "hojas de trucos": el libro "Ayudando al penitente" o "La experiencia de construir una confesión" del archimandrita Juan (Krestyankin). Lo principal es comprender qué hemos hecho mal en nuestra relación personal con Dios, con el prójimo y con nosotros mismos. Despertar la conciencia de que a través del arrepentimiento estamos librando una lucha personal y constante con nuestras pasiones.

3) Cuando habla de sus pecados, no debe preocuparse por cómo llamarlos “correctamente”, “a la manera de la iglesia”. Necesita hablar en su propio idioma familiar. Sólo necesita recordar que durante la Confesión no tiene que justificarse, minimizar sus pecados o culpar a otros por ellos. Todas nuestras faltas son nuestra culpa personal ante Dios, que Él perdonará a todos los que Le pidan perdón.

4) Un gran obstáculo para la confesión para muchas personas es la falsa vergüenza frente al sacerdote que escuchará la confesión. Pero siempre debemos recordar que en el Sacramento nos presentamos ante el Señor mismo y Le hablamos de nuestros pecados, y el sacerdote es sólo testigo de nuestro arrepentimiento. Además, no tema que el sacerdote se sorprenda con su confesión. Durante su ministerio, cada pastor escucha acerca de casi todos los pecados imaginables y solo se alegrará de su sincero arrepentimiento.

5) Puesto que pedimos perdón a Dios, nosotros mismos primero debemos perdonar a los ofensores. Cristo dice: “Si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” (S. Mateo 5:23-24). Si un pecado ha causado daño a un prójimo, hay que hacer todos los esfuerzos posibles antes de la confesión para enmendar este daño (devolver bienes robados, hacer las paces con los ofendidos).

6) El Sacramento debe ser regular. No posponga su próxima Confesión por muchos años. Participar del Sacramento al menos una vez al mes ayuda a ser siempre en tono, a ser atentos y responsables en nuestra vida diaria, en la que, de hecho, debe expresarse nuestra fe cristiana. Una persona a menudo piensa que no tiene fuerzas para corregirse, por lo que no se confiesa, temiendo luego volver a repetir el pecado. Este es un camino falso que puede compararse con negarse a tomar medicamentos. La fuerza para corregir la vida la da precisamente Dios mediante la gracia que actúa en los Sacramentos de la Iglesia.

Tenga en cuenta que para participar en el Sacramento de la Confesión, debe ser un cristiano ortodoxo que haya recibido el Sacramento del Bautismo de un sacerdote legítimo ("bautizados" en otras religiones, “por sus abuelas" y por otras personas debe comunicarse con el sacerdote con un pregunta sobre validez de su bautismo).

No es necesario ayunar y leer oraciones especiales antes de la Confesión, es necesario prepararse para el Sacramento y hacer las paces con todos.

LOS DIEZ MANDAMIENTOS DE DIOS Y LOS PECADOS CONTRA ELLOS

1.Yo soy Jehová tu Dios. No tendrás dioses ajenos delante de mí.
Pecados: impiedad, orgullo y arrogancia asociada, descuido de la lectura diaria de la Biblia.

2. No te harás imagen. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás.
Pecados: idolatría, magia, adivinación, acudir a adivinos, curanderos, astrología (construir tu vida según un horóscopo), participación en sectas, invocar espíritus, agradar a la gente, amor al dinero.

3. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano.
Pecados: blasfemia, burla de un santuario, lenguaje obsceno, jurar en nombre de Dios, tomar el nombre de Dios en vano, incumplimiento de una promesa a Dios.

4. Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios.
Pecados: faltar a los servicios dominicales y festivos, parasitismo.

5. Honra a tu padre y a tu madre.
Pecados: insultar a los padres, faltarles el respeto y no recordarlos en las oraciones, maldecir al sacerdocio y a las autoridades, falta de respeto a los mayores y maestros.

6. No matarás.
Pecados: asesinato, aborto, uso de anticonceptivos abortivos, ira, regaño, peleas, odio, ofensas, rencor, irritabilidad.

7. No cometerás adulterio.
Pecados: adulterio, sexo fuera del matrimonio, homosexualidad, onanismo, ver pornografía.

8. No hurtarás.
Pecados: hurto, fraude, usura, tacañería.

9. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.
Pecados: perjurio, mentira, calumnia, chisme, traición, engaño.

10. No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.
Pecados: envidia, quejarse de la propia posición.