Iglesia Ortodoxa Rusa (Patriarcado de Moscú)
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Para qué asistir al templo todos los domingos

A menudo, al sacerdote le hacen la misma pregunta que está en el título y comienzan a justificarse.
- Tenemos que dormir bien, pasarlo con la familia, hacer las tareas de casa, pero hay que levantarnos e ir al oficio divino. ¿Para qué?
Por supuesto, para justificar nuestra pereza, podemos encontrar varias objeciones. Pero al principio tenemos que entender para qué sirve ir todas las semanas al templo, para que lo comparemos luego con nuestras justificaciones.
Porque este requisito no fue inventado por los humanos, sino que se da en los Diez Mandamientos: «Acuérdate del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día es de reposo para tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni el extranjero que está dentro de tus puertas,porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Dios bendijo el sábado y lo santificó» (Éx.20:8-11).

En el Antiguo Testamento la violación de este mandamiento preveía la pena de muerte igual como por el asesinato. En el Nuevo Testamento, fue el domingo el día de gran fiesta, porque Cristo, tras su resucitación, santificó este día. Según las reglas de la Iglesia, el infractor de este mandamiento está sujeto a la excomunión. De acuerdo con la regla 80 del VI Concilio Ecuménico: «Si alguno, obispo, presbítero, diácono, o cualquiera de los miembros del clero, o laico, sin necesidad imperiosa ni impedimento alguno por el cual haya sido eliminado de su Iglesia por un largo tiempo, pero estando en la ciudad, tres domingos durante tres semanas, no viene a la asamblea de la Iglesia: entonces que el clérigo sea expulsado del clero, y el laico sea excomulgado».
Es improbable que el Creador nos dé órdenes ridículas, pues las reglas de la Iglesia tampoco se crean para atormentar a las personas. Entonces, ¿en qué consiste este mandamiento?

Todo el cristianismo surge de la auto-revelación del Dios de la Trinidad, que se manifestó a través del Señor Jesucristo. El propósito de nuestra vida e entrar en Su vida interior y participar en la Gloria divina. De acuerdo con las palabras del apóstol Juan (1Jn.4:16), «Dios es amor, y el que permanece en amor, en Dios permanece, y Dios está en él», solo se puede entrar en la comunión con Él a través del amor.

Según la palabra del Señor, toda la Ley de Dios se reduce a dos mandamientos: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el primero y grande mandamiento.Y el segundo es semejante: ama a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.» (Mat. 22:37-40). Pero, ¿es posible cumplir estos mandamientos sin asistir al templo? Si amamos a una persona, ¿no buscamos vernos más a menudo? ¿Podemos imaginar que los enamorados eviten citas? Claro que puede hablar por teléfono, pero mucho mejor es hablar en persona. Lo mismo pasa cuando el hombre que ama a Dios aspira a encontrarse con Él. Un ejemplo para nosotros será el rey David. Él, como el gobernante del pueblo, libraba innumerables guerras contra los enemigos, ejerciendo la justicia, dijo así: «¡Cuán amables son tus moradas, Señor de los ejércitos! ¡Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Señor! ¡Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo! Aun el gorrión halla casa, y la golondrina nido para sí, donde poner sus polluelos, cerca de tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío. ¡Bienaventurados los que habitan en tu Casa; perpetuamente te alabarán! ¡Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos! Atravesando el valle de lágrimas, lo cambian en Fuente cuando la lluvia llena los estanques con la bendición. Irán de poder en poder; verán a Dios en Sión. Señor, Dios de los ejércitos, oye mi oración; ¡escucha, Dios de Jacob! Mira, Dios, escudo nuestro,y pon los ojos en el rostro de tu elegido. Mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios que habitar donde reside la maldad» (Sal.83:2-11).
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